Teresa tiene dos hijos: un nuevo bebé y un hijo mayor, que tiene asma. Cuando nota moho en las paredes de su cuarto de lavado, le preocupa que enferme a su familia. Pero Teresa es de voz suave y no le gusta pedir ayuda. Ella ya ha alertado al propietario; él no hizo nada en respuesta.
Teresa comparte sus preocupaciones con Grandes Esperanzas. Su visitadora le informa sobre los efectos del moho en los bebés y los niños pequeños, validando los temores de Teresa, y la guía a través de los siguientes pasos. Juntas practican formas de acercarse a su casero. Cuando ese esfuerzo resulta infructuoso, la visitadora de Teresa la conecta con una organización de servicios legales ubicada en la comunidad. Una carta de la organización solicita al arrendador que elimine el moho y repare la fuga. Teresa gana confianza en su capacidad para defenderse a sí misma y mantener segura a su familia.